La influencia del Internet de las cosas en la vida diaria

Para dispositivos domésticos en el hogar

Las aplicaciones del Internet de los dispositivos domésticos son enormes y diversas, cambiando la forma en que habitamos y administramos nuestros espacios. Uno de los casos más habituales son los termostatos inteligentes, que posibilitan a los usuarios regular la temperatura de su casa desde cualquier sitio mediante una aplicación para móviles. Estos aparatos no solo proporcionan confort, sino que también maximizan el uso de energía, lo que resulta en un ahorro considerable en las facturas de electricidad.

Otra área en la que el IoT ha marcado un cambio significativo es la seguridad doméstica. Las cámaras de vigilancia en línea y los sistemas de alerta inteligentes facilitan a los dueños el seguimiento en tiempo real de sus viviendas desde sus smartphones. Además, ciertos aparatos tienen la capacidad de transmitir alertas automáticas si perciben movimientos atípicos o circunstancias atípicas. Es fundamental contar con un servicio de internet en casa estable para que estos dispositivos funcionen de forma continua y sin interrupciones, garantizando así la seguridad y el control remoto del hogar.

En la salud y el bienestar

La revolución del Internet de las cosas está transformando el sector sanitario al posibilitar un seguimiento más eficaz y personalizado de los pacientes. Aparatos como sensores de glucosa vinculados a la red facilitan a los usuarios el seguimiento de su salud en tiempo real. Estos aparatos recolectan información acerca de la actividad física, la calidad del sueño y otros indicadores esenciales, lo que promueve una administración más eficiente de la salud individual.

Además, el IoT está transformando la atención médica al permitir que los profesionales de la salud accedan a información crítica sobre sus pacientes de manera remota. La telemedicina, impulsada por el IoT, permite consultas virtuales y un monitoreo continuo, lo que mejora la calidad del cuidado y reduce la necesidad de visitas físicas al médico.

La seguridad y privacidad

Aunque el Internet de las cosas ofrece ventajas, también emergen inquietudes importantes respecto a la seguridad y la privacidad. El hecho de interconectar dispositivos genera varios puntos vulnerables que pueden ser aprovechados por los cibercriminales. Por ejemplo, un dispositivo mal resguardado puede funcionar como acceso directo a redes más extensas, amenazando así la protección de información delicada.

Para reducir estos peligros, es esencial que tanto los productores como los consumidores implementen medidas seguras. Esto implica la actualización constante del software de los dispositivos, el uso de contraseñas sólidas y la activación de funciones de seguridad extra cuando se encuentren disponibles. Además, al contratar solo internet, es importante asegurarse de que el servicio incluya características de protección avanzadas que resguarden la información y la conectividad de los equipos vinculados a la red.

En el ambito laboral

En el ambiente de trabajo, el Internet de las cosas está revolucionando la forma en que las compañías operan y administran sus recursos. La incorporación de sensores en maquinaria industrial facilita un seguimiento continuo del desempeño y la condición de los dispositivos. Esto no solo ayuda a prevenir fallos inesperados, sino que también optimiza el mantenimiento preventivo, elevando la eficiencia operativa.

Además, el Internet de las Cosas facilita la recopilación y análisis de datos en tiempo real, permitiendo a las empresas tomar decisiones mejor informadas. Por ejemplo, en un ambiente de trabajo inteligente, los sensores tienen la capacidad de modificar automáticamente la luz y la temperatura en función del uso del espacio, incrementando de esta manera la comodidad y disminuyendo los gastos en energía. Esta habilidad para ajustar el ambiente de trabajo a las demandas particulares de los trabajadores no solo incrementa la eficiencia, sino que también favorece el bienestar integral del equipo.

Telecomunicaciones en 2025

A principios de 2025, el sector de las telecomunicaciones latinoamericano sufrirá una inestabilidad real e imaginaria. Mientras intentan encontrar quiénes son realmente, muchos operadores se encuentran en una fase de transición. Como resultado, existe un conflicto entre la necesidad de aplicar un enfoque prudente a la introducción de nuevas tecnologías y las peticiones de más inversión.

Esto es especialmente notorio en las naciones donde los gobiernos de turno han asignado espectro radioeléctrico para promover el crecimiento y la aceptación de la 5G en los últimos cuatro años, esa era post-Covid. Como resultado, muchos proveedores de servicios descubren que la dinámica competitiva del mercado no se ajusta a sus expectativas mientras desarrollaban planes de negocio que respaldaban las inversiones prometidas o la tarificación del espectro cuando se enfrentaban a los requisitos de despliegue de infraestructuras.

Este problema puede agravarse en los países en los que la insuficiencia de espectro ya está empezando a afectar a los servicios o si las asignaciones están enredadas con procedimientos de rearme que tienen un impacto financiero perjudicial para los operadores móviles. A su vez, los operadores móviles deben seguir desplegando la 5G al tiempo que intentan animar a sus usuarios a cambiar a dispositivos compatibles con la 5G. Este planteamiento no es totalmente eficaz porque los teléfonos 5G siguen siendo más caros que sus predecesores.

Por si fuera poco, la expansión de las redes 5G también presiona a los proveedores de infraestructura de torres o fibra, que tienen que ampliar su alcance para suministrar suficiente capacidad de backhaul a estas redes. Como consecuencia del descenso de los costes en el mercado de la transferencia de capacidad y el acceso de banda ancha por satélite, este servicio también está cambiando.

Como las asimetrías del mercado se han solidificado, el resultado es una especie de pesadilla para los reguladores de la competencia. Los operadores con mayores ingresos y cuota de mercado han sido los más rápidos en ampliar su red, aprovechando la incapacidad de sus competidores a corto y medio plazo para igualar estos esfuerzos de inversión. Esto es así en la medida en que los elevados precios y la inversión en infraestructuras han afectado a la tesorería de los operadores. Por lo tanto, la 5G se convierte en un complemento para ayudar a los proveedores móviles supuestamente dominantes en mercados como México o Colombia.

El mayor obstáculo es conseguir que los responsables políticos se den cuenta de que hay que reducir la pobreza para mejorar la conectividad. Hay que darse cuenta de que discutir sobre la asequibilidad y la existencia de infraestructuras civiles es más crucial que decidir cuándo desplegar redes de telecomunicaciones en nuevas zonas, que suelen caracterizarse por altos índices de trabajo informal, pobreza extrema y, lamentablemente, una creciente inseguridad provocada por los grupos armados y el narcotráfico en Colombia, Ecuador y México.

El reto central radica en que los tomadores de decisiones comprendan que mejorar la conectividad depende, en gran medida, de reducir los niveles de pobreza. Es importante comprender que es más crucial discutir la accesibilidad y la existencia de infraestructura civil antes de tomar en cuenta los periodos de introducción de las redes de telecomunicaciones en nuevos territorios, principalmente marcados por elevados índices de informalidad laboral, pobreza extrema y, lamentablemente en Ecuador, Colombia y México, por el incremento de la inseguridad originado por el tráfico de drogas y grupos armados.

Es momento de considerar un nuevo paradigma, en el que las compañías que han emergido en áreas rurales, como los conocidos wisperos en Colombia, las cooperativas en Argentina o los integrantes de ATIM en México, sean reconocidas como protagonistas esenciales para reducir las diversas desigualdades digitales e impulsar la conectividad. El gobierno debe dejar de lado la fórmula enfocada únicamente en los grandes operadores nacionales y adoptar una perspectiva más ecléctica, en la que todos los proveedores, sin importar su magnitud, desempeñen un papel.

En resumen, son los operadores rurales los que conocen las auténticas necesidades de sus zonas. No es posible solucionar los problemas de conectividad sin satisfacer las necesidades de los residentes rurales de Latinoamérica. Las recetas convencionales transmitidas desde México, Brasilia, Buenos Aires o Bogotá hacia las áreas rurales deben ser alteradas con comentarios provenientes de las regiones rurales: un acercamiento desde los fundamentos hacia la dirección nacional.

El progreso en telecomunicaciones y TIC se sustenta en acciones orientadas a erradicar la pobreza, mejorar la condición de la infraestructura civil —como vías y suministro eléctrico—, renovar los programas universitarios y promover la implementación de nuevas tecnologías por parte del Estado. Si no se propone un enfoque tecnológico que considere este panorama fundamental, resultará extremadamente complicado organizar adecuadamente iniciativas que reduzcan las desigualdades digitales que aún existen en América Latina.